Que nada nos separe nunca.
“Lately, I just can’t seem to believe, discard my friends to change the scenery. It meant the world to hold a bruising faith, but now it’s just a matter of grace. A summer storm graces all of me, highway warm sing silent poetry . And I could bring you the light and take you home into the night.”– “To Sheila”
Ante este disco la palabra emerge. El alma de Billy Corgan sigue aullando de una extraña manera. Y llegan sus versos con la ruptura. Los Smashing rompieron con todo en este disco. Adoptando a partir de ahora una estética gótica mucho más negra. Siento que dijeron «¿Si nos quedáramos quietos creceríamos tanto como los árboles?» Porque Corgan había aprendido un nuevo lenguaje y las letras depresivas eran miel sobre una desconocida y extraña unión entre un pasado folk y un futuro electrónico. El Adore es un pasaje extraño y fantasmal, un mundo de composiciones en el que el tiempo deja de tener sentido, un mundo donde el dolor del insomnio o el dolor del miedo a quedarse dormido detiene el tiempo para debatir en qué momento se perdió la inocencia. Corgan seguramente sabía el instante exacto, su matrimonio se había desintegrado, había muerto Jonathan Melvoin por sobredosis y también su madre, siendo este último hecho el que más brutalmente le golpea, resultando fundamental para entender la tristeza que constituye el disco. El Adore es esa voz encerrada dentro de nuestros muros, dentro de nuestros cuerpos que de pronto salió y lleno el mundo, lleno las calles y nuestras venas. El Adore es un sueño inconcluso y nos pesa, dejándonos el alma demasiado débil.
No tenemos constancia del tiempo cuando suena, porque el tiempo se transforma en una mera ilusión.
Corgan ya no habla con adolescentes. Ahora le habla a todo el mundo. Es un diálogo más amplio. ¿Qué pasó? ¿Nos llevó a volar y nos dejó caer desde lo alto? Salimos heridos con el Adore. Pero a veces una herida nos recuerda que estamos vivos. Eso es el Adore. Un recuerdo. Una pérdida de inocencia. El abatir. La emoción. El canto a la tristeza. Aunque desconcertó a los fans en su momento, recibiendo muchas críticas. Por que su anterior sonido, orientado a las guitarras más distorsionadas, se sustituyeron por un sonido más tranquilo y orientado a la música electrónica, e incorpora caja de ritmos y sintetizadores. Billy ya no grita para mostrar su rabia y dolor. Ahora nos habría su corazón de otra forma.
Para mí el Adore es como un disco de Lou Reed, debes sentarte un rato para digerirlo. Es un disco que debes escuchar sobrio y vuelto mierda si es necesario, porque es una terapia de shock perfecta para los nosotros, los deprimidos. El Adore habla del amor en sus distintas vertientes. El ambiente que se le quería dar era mayormente nocturno. Y el objetivo era demostrar que a menor volumen se puede transmitir la misma o más emoción que pisando el pedal de distorsión y forzando la garganta. El Adore es un arrebato de honestidad y valentía envidiable. Han pasado 20 años desde su lanzamiento y nada cambia. Aún nos hace mierda.
En el Adore, Corgan se inspira de alguna forma en mujeres que han dejado huella en su vida. “To Sheila”, la hermosa introducción del disco se la dedica a una amiga ciega de la niñez y la voz de Billy se nos presenta como un susurro (“And I could bring you the light / and take you home into the night”). “Ava adore” fue el primer single y el que más popularidad alcanzó convirtiéndose en uno de los imprescindibles en el repertorio de la banda y trata sobre la obsesión femenina de Corgan. Y a pesar de la densa bruma que encierra este tema a diferencia de la luminiscencia de la melancolía infinita, cada letra, susurro y acorde serían la banda sonora perfecta de mi vida en aquel momento cuando atravesaba la adolescencia, cuando intentaba ser perfecto para alguien que como yo debía encontrar entre los libros, los cigarros, la música y en los Smashing alguna pequeña razón para vivir. (“In you I see dirty / In you I count stars / In you I feel so pretty / In you I taste God / In you I feel so hungry / In you I crash cars / We must never be apart”). “Daphne descends” es un tema muy acorde con el sonido característico de la banda y creo que podría haber funcionado perfectamente, donde habla sobre el amor no correspondido, ese amor intenso que va perdiendo el color, de a poco, desvaneciéndose junto al recuerdo y la letra lo prosigue hasta ser una transparencia casi ilusoria. Desciende en una espiral de extrañeza, de doloroso rechazo, porque también hay sueños rotos pero que a pesar de eso, un ánimo enfermizo de atención hace que les ayudes con sus análisis sobre textos de Franz Kafka. (“You love him / and you cannot / you can’t resist”). “Annie-dog” trata sobre otra amiga de la infancia a la que le hacían Bullying. “Perfect” es el único tema que tenía aspecto claro de single, tomada por muchos como la nueva “1979”, y en ella Corgan promete a su amada que todo será perfecto… la próxima vez. Personalmente es una de esas canciones que me hacen mierda por dentro. Sin metáforas intermediarias; morirme de amor, morirme por «Perfect». “Crestfallen” es la historia de la enfermiza dependencia hacia una persona que ya no te ama (“Who am I to need you when I’m down / and where are you when I need you around / Your life is not your own / And all I ask you is for anther chance”).
Otra fuente de inspiración está en los tristes acontecimientos de su vida reciente, dando como resultado la pesada y nocturna “Tear”, posiblemente la canción más triste, melódicamente hablando de los Pumpkins: “Tear me apart / Tear me apart from you / Where is your heart? / Where has your heart run to?); la banda sonora de un viaje en donde nos colgamos de una nube y empezamos a inventar atardeceres y perdemos todo lo que no nos ha dejado crecer, “Shame”, con mención a su ex-batería (“You’re gonna walk on home/you’re gonna walk alone / Shame”, “Hello, goodbye / You know you made us cry”). Y finalmente no podía faltar una composición a su madre (también mencionada en “Once upon a time” donde habla del ultimo adiós), a la que dedica la preciosa “For Martha”. Más de 8 minutos de homenaje a su madre y el sonido de ese piano tocado por Billy Corgan como principal protagonista, como un dulce y entrañable réquiem. Esa canción es el amargo adiós que nunca esperaste vivir y que te cambió completamente la vida.
Y con temática distinta están la tremenda “The Tale of Dusty and Pistol Pete”, la electrónica “Appels+Oranges” que acapara absolutamente todo mostrándose más cercanos a Depeche Mode y con el que más de un fans seguro salió corriendo y hoy no podría resistirse a bailarlo, la oscura “Pug”, que acaba en un reencuentro triste que crece y crece hasta alcanzar el cielo, y la etérea y de otro mundo “Behold! The nightmare”, que impacta por el verso acústico y el posterior ruidismo electrónico a modo de solo de guitarra. Estas canciones son como si los aullidos brotaran al alzar, semejante a cómo surge la música de una gran orquesta, pero una orquesta salida de la melancólica voz de Billy.
Y “Blank page”, el hermosísimo cierre del Adore que te transporta a una habitación melancólica y oscura, llena de recuerdos y anhelos, donde las voces hacen tremolar el viento y la conciencias trepidar la tierra donde estamos parados, pero flotamos, en esa habitación, con un Billy Corgan acompañado de un piano, flotamos en una atmósfera celestial que acentúa aún más el sentimiento de tristeza y resignación que emana de la letra, susurrando y llorando a la mujer cuyo corazón perdió (“You remind me / of that leak in my soul”) y que ya pertenece a otro (“Stop sign / told me ‘stay at home’ / Told me you were not alone”), y a la que, como último recurso, intenta escribir una carta diciéndole lo que siente, pero al final sólo es capaz de entregarle una hoja en blanco (“Blank page / was all the rage / never meant to hurt / anyone”), conformándose con despedirse de ella en sus pensamientos (“Take a day / Plant some trees / May they shade you from me / May your children play beneath”). Sin contar el epílogo “17”, una breve melodía de piano, como un ejercicio de paz, como recordatorio de que el amor es la energía detrás de todo lo creado, que cierra el disco de un golpe seco. Cómo cuando nos quedamos dormidos después de llorar tanto y vaciarnos en esa habitación oscura que es el Adore. 17 segundos es todo lo que necesitas. El Adore es un trabajo de belleza exquisita. Es un disco incomprendido. Un disco que no fue concebido para vender ni para que la gente corease estribillos o perdiese el control en los conciertos.