Antes de comenzar, agregué listas de canciones en una playlist que me ayudará a escribir esto. Nunca he hecho reseñas de literatura, y es difícil, hace poco vi Neon Genesis Evangelion, y decidí poner parte de su banda sonora y, además, esta se apega de excelente forma a lo que quiero hablar hoy. Pero no, no hablaré del anime, sino, de El psicoanalista, uno de los libros más significativos e importantes en la carrera de John Katzenbach, autor de esta novela, que al igual que la banda sonora del anime mencionada anteriormente, es un viaje existencial de 464 páginas que se hacen pocas.
Por Javier Caamaño

Cuando empecé a leer el libro, una de las cosas que más me encantaron y engancharon, fue como el escritor ambientaba lo que era Nueva York. La época por la que atravesaba la ciudad era verano, y existía una lúgubre oficina en el corazón de la ciudad, donde el doctor Frederick Starks, atendía a su último paciente del día, un psicoanalista respetado, pero de bajo perfil. Su esposa había muerto, el deseo de algo más estaba en el fondo de su mente, no había algo que despertara en él, una motivación en el día a día. Un personaje que es presentado como monótono, oyente y que planifica su día a día. Dr. Starks, o Ricky, como lo conoceremos en el libro, tendrá algo difícil que afrontar tras aquella sesión en que se encontraba con su paciente Roger Zimmerman y que termina de forma abrupta, una carta que reza: “Feliz 53 cumpleaños, doctor. Bienvenido al primer día de su muerte”. Desde este momento, el libro toma una curso oscuro.
“Él se basaba en la rutina; en ella y en la longevidad, con las que el peso de las palabras pronunciadas en la inviolabilidad artificial pero absoluta de la consulta se abriera finalmente paso hacia la vía de la comprensión.”
Cuando empecé a leer este libro y leí aquella ambientación que daba el autor a una oficina y la ciudad, fue en mi segundo año de psicología, sabía que el libro era una historia como la que encontraríamos en películas como Caminando entre tumbas, película protagonizada por Liam Neeson. No esperaba que me explotara la cabeza, pero necesitaba escapar un poco de lo que era un semestre con libros que me hacía pensar demasiado técnicamente. El psicoanalista, como psicoanalista, solo tiene el nombre y la profesión de nuestro protagonista. El libro, es un relato, desde el punto de vista de la víctima con un narrador omnisciente, y avanza lentamente, no es una montaña rusa que pudiese decir “Esto sube y baja en cada página”, si no que en su inicio se mantiene en constante subida y así hasta la mitad del libro. El personaje no puede defenderse, no puede mirar más allá de sus pies o sus narices, aquello te desespera y es un incógnita tras otras.
Al avanzar en el libro, encontramos elementos como el edificio de nuestro personaje principal es invadido. Su soledad, su mera existencia se ve envuelta en algo más importante que los millones de ojos de la ciudad, no saben. Al momento de leer este libro, sentía todo aquello que quería expresar el autor, el miedo a lo desconocido. La obra, nos lleva por lo que es un juego de filosofía y poesía entre Frederick y el principal antagonista, Rumpelstiltskin, el malo de los cuentos de hadas, junto a su importante hermano Merlin y su hermosa hermana Virgil. La vida, como algo prescindible. Nuestro antagonista, es un sicario, que busca venganza. Ricky, solo es el objetivo final de una venganza que planifica tras la muerte de su madre. El suspenso, se mantiene, en pensamientos fugaces, en recuerdos, en relatos de otros personajes. Médicos, periodistas, policía, todos tienen un punto de vista. ¿Pero en qué momento alguien hará algo? ¿Qué hizo el pasado con nuestro antagonista? ¿Quién es? Tu mente, se llena de preguntas, que te mantienen alerta en cada página, tomar un detalle, armar un perfil de alguien que no existe
“Acepta la locura. Crea el delirio. Establece la duda. Alimenta la paranoia.”
Todas las interpretaciones anteriores, sobre la oscuridad del antagonista, sobre lo existencial del personaje, las tenía en los trayectos de mi hogar a la universidad y viceversa, a veces a otros lugares. El metro fue mi mejor lugar de lectura, así como también el jardín de mi hogar en un verano que había sido horriblemente caluroso. Era como sentir el calor de Nueva York, y en cierta forma, lo sentía real, proyectaba en lo que leía lo que vivía en Santiago, teniendo una visión ficticia del lugar, como si viajara, pero real en la sensación, toda aquella luz del sol, se veía llena de contraste en los que ocurría en el libro. La literatura, es así, hace que te pierdas de tu presente, que te pierdas en el tiempo y en lo irreal.
Mientras avanzas en el libro, es como si cada ladrillo que había puesto Frederick Starks en su mundo, se cayera. Destacándose, diálogos como lo prescindible que puede ser existir, sobre si nuestra existencia realmente importa, en diálogos que tomamos personalmente, pensamos que somos el personaje. Un personaje, que empieza a olvidar los detalles por una paranoia descontrolada. Los giros dramáticos no están omitidos, existen, y es que en la mitad del libro está el mayor y considero está, mi parte favorita del libro. La mitad del y lo que viene, muestra lo que es reconstruirse, lo que es olvidar, lo que es recordar, lo que es analizarse frente a un espejo. La monotonía del personaje se transforma en una nueva vida, en algo en que lleva al lector, de vivir el suspenso y demasiadas emociones, a sentir solo una, como si fuera nostalgia, como si fuera una película. John Katzenbach, nos hace perdernos en realidades. Tiene el talento de hacer una realidad posible, usa lo conocido y nos entrega un sentir de miedo del día a día, un escritor que nos lleva a leer una pesadilla, un periodista judicial, y es esto último lo hace no dejar detalles en omisión, sobre la escena de un crimen, sobre la perfección del criminal que persigue a nuestro protagonista y nuestras ideas.
Esta composición literaria a sida criticada y elogiada. No es un libro que trate de psicoanálisis, y es aquí donde recae la mayoría de sus críticas, de en su mayoría jóvenes que se avecinan al mundo de la psicología, pensando que este libro es buena bibliografía pero salen decepcionados o lectores exigentes que buscan a Edgar Allan Poe, en todo lo que leen. Pero la verdad de las cosas es que este libro no es leer la serie Dark, no es leer filosofía de Nietzsche, es algo único en su integridad. El libro tiene mayoritariamente buena crítica.
Es difícil escribir de un libro, porque no puede adelantar al lector en las páginas que la componen, pero si puedo mencionarte los pensamientos, las circunstancias en que podemos inhibirse en esta obra. Emociones desiguales, rabia, amor y desolación. Es que, es un thriller que no se enfoca solo en un momento o una ciudad, al contrario, te hace viajar por largas carreteras. El psicoanalista, fue mi primer libro de Katzenbach, y lo siguió consecutivamente la segunda parte del presente libro y luego La historia del loco, y pude apreciar siempre algo diferente, aborda los contextos en el libro como una vivencia real, como si leyéramos el caso de una víctima o lo escucháramos tras el vidrio de una sala de espejo. Un libro rápido, liviano, que no esta exento de cuestionamientos, pero que tiene bien justificado ser uno de los más vendidos en Chile, un país que puede verse proyectado en la desesperanza del protagonista, en la monotonía, el tener todo establecido, pero que no está preparada para decidir su muerte, y cuando algo nos lleva al limite, podemos perder todo.
“Los momentos pueden durar una eternidad o evaporarse enseguida. El tiempo depende en realidad de nuestra visión del mundo.”
