Si hay un disco que se ha transformado en la banda sonora de mi vida estos ultimos meses es La Dinastía Scorpio de El mató a un policía motorizado. Un disco que consagró el sonido que llevaban persiguiendo durante diez años; marcando el cierre de un estilo puntual, donde abundan las guitarras, la distorsión y las capas de sonidos que ellos definen como «kraut de las afueras». Su “punk espacial”, por definir a la banda de alguna forma, o indie o noir o galaxía, se transforma en un rostro que con su aliento golpea mi cara a cincuenta centímetros de distancia; se transforma en un par de hombros y brazos que reprochan mi abandono cada vez que me alejo; se transforma en una persona, en un recuerdo, en una caricia, en una lágrima, en una perdida, sobre todo en una perdida. El mató, es una de las bandas más maravillosas que han surgido dentro de los últimos quince años. Autopistas de guitarras y melodías indelebles. Emotivas explosiones de verdad y belleza. Ladrillos de armonía cementados con distorsión y amistad. La Dinastia Scorpio es uno de esos discos que se transforma en fuego y nosotros nos acercamos a él en plena noche de invierno a calentarnos el alma cuál fogata. Puede considerarse ya como obra referencial; consta de canciones sencillas, pero grandiosas y bellas, quizás demasiado bellas, diseñadas para ser cantadas a coro. Y es que en esa simplicidad y efectividad de sus letras, el día y la noche tienen la misma duración, la diosa llora a su consorte mientras envejece, en noches de alcohol, de recuerdos y de hermandad y lo hermanen a uno con el cosmos. Eso es La Dinastía Scorpio, una obra que consolida la carrera de unos adolescentes que ya han crecido y quieren seguir viviendo.
Quiero vivir en este disco.

Él Mató a un Policía Motorizado es capaz como Pixies o Sonic Youth o Los Planetas en convertir la tristeza en algo tan alegre y bello. Me siento como un niño cada vez que escucho esta banda. Me siento como un niño y me veo solo. ¿Sabes lo que se siente cuando se es un niño y se está solo? Los niños son capaces de adaptarse maravillosamente a miedos concretos, como un dolor, una enfermedad o una muerte. Es lo desconocido lo que les resulta aterrador. Ellos no cuentan con una base de conocimientos de cómo funciona el mundo, así que se sienten completamente vulnerables. Pero este disco no habla de cosas desconocidas sino que habla con la verdad. La Dinastía Scorpio es ante todo pura sinceridad, con un concepto maravilloso que lo hace realmente brillante. Entonces mi yo de niño llora de emoción, adaptándome a las autopistas y los caminos de armonías y guitarras y a la voz de Santiago Motorizado que me salva de la locura con estas letras que me ha dado la alegría de volver a creer en que aún existen los que saben más de dar que de intentos.

Cuando empieza el disco, uno instintivamente recuerda los años dorados de los 90, con letras que han perdido la esperanza en la humanidad, con la tristeza, con el corazón en la mano, con ese desgarro expresado por Nirvana, Guided by Voices, Pavement o Sonic Youth, con «El Magnetismo» que sigue bajando, con ese calor entre líneas que engendra a veces un oscuro optimismo sobrecogedor. Así comienza el disco, el costado romántico del apocalípsis, la pareja de la mano en la barbarie de un mundo peligroso. El mató nos dice y nos demuestra que estamos vivos, que estamos acá, y que ellos también, junto a nosotros. Pasaron unos casi exactos cuatro años desde el lanzamiento de Día de los Muertos, fin de la trilogía que comenzó con Navidad de Reserva del 2005 y luego con Un Millón de Euros del 2016 y en cuatro años pasaron infinidad de cosas, shows, reconocimientos y un público que cada vez iba en aumento. La banda se consolidó, sumó un teclado, algunos hicieron sus proyectos solistas o paralelos, pero sabemos que El Mató son «todos» ellos: Santiago Motorizado. Doctora Muerte. Pantro Puto. Niño Elefante y Chatrán Chatrán.

«Mujeres Bellas y Fuertes» es el primer hit: un tema corto y pegadizo con un coro imposible de olvidar. Con un arreglo tipo The Strokes donde destaca la guitarra de Niño Elefante, dulce y cuasi rockero. Aparte del punto de vista romántico y oscuro-optimista que profesa el disco, hablamos del nacimiento de un nuevo sonido platense alejado del rock argentino de los últimos años. Donde lideran una escena alternativa que está en gestación, rompiendo todo con su línea melódica melancólica y distante.

«Chica de Oro» es todo. El tercer tema del disco. El segundo hit. El corazón (a modo personal) de La Dinastía Scorpio. Es de esas canciones que caen en manos de la banda correcta y se disparan por nuestras venas y nuestros cuerpos. Es una canción tan personal que cada persona puede anhelar, amar, extrañar o morir con la letra. Yo me entregue por completo al recuerdo; me lancé de lleno a la nostalgia. Lloré más que nunca. Grité más que nunca. Y es que arrastro a la realidad, con esta canción, todas las sonrisas y todas las horas que pasaron. Y es que este invierno frío, esta canción de fuego me hizo pensar en nosotros dos. Un nosotros que ya no es. Un nosotros que ya fue. Ya no sé dónde estás. Yo ya he olvidado quién eres, dónde estás, cómo te llamas. Yo soy sólo una parte, sólo un brazo, una mitad apenas. Te recuerdo en mi boca y en mis manos. ¿Jenny?, quizás ese era tu nombre. Quizás no. El nombre no importa. Ya nada importa. Lo único que importa es que fue todo tan mágico, chica de oro.

Le sigue «Más o menos bien». Mi segundo tema favorito del disco. Donde Él mató tranquiliza a todos con qué todo sigue igual de bien, como él quiere o quiso. Formemos una banda de rock and roll para que esté todo bien, así de inocente lo proponen. Así de real. Así lo hicieron. Es uno de los temas más grandes que he escuchado con una simple complejidad natural, de un tipo agradeciendo y a la vez prometiéndole a todos, a su familia, a sus amigos y su pareja que todo va a estar bien o más o menos bien. Imposible no reír o llorar con este tema. Siempre se lo dedicaré a mi amigo Vittorio. Un gran himno para una gran persona. Recuerda que no merece la pena mirar hacia otro lado.

Continuan a este gran disco «Yoni B» y «Terror». La amistad, la hermandad y el sentimiento de pérdida y nostalgia continúan en un juego de melodías como sacadas de un corazón igual al nuestro, real y sangrante y es como si toda nuestra vida se concentra en un solo instante, en un solo disco, en una sola guitarra.

«Nuevos discos», me hiere, me duele, me mata y me revive. Es la canción más tristes y asfixiantes del disco. Es increíble como una melodía y una letra tan simple puede mandarte a la mierda y provocarte tantos sentimientos al mismo tiempo. Todas las canciones de este disco tienen un patrón parecido: buscan un crecimiento progresivo que desemboque en unos estribillos que provocan ganas de girar y bailar y reír y llorar. Y con esto nos damos cuenta que hay discos que clavan su nacimiento con una época significativa de nuestras vidas, de modo que cada vez que lo escuchamos nos devora una y otra vez como el fuego devora. «Nuevos discos» nos devora por dentro y nos quema, en su coro, como un mantra: «nuevos discos, nuevas drogas…»

«La Cobra», «Noche Negra» y «La Cara en el Asfalto», nos demuestran que Él mató, como nosotros, son parte de una generación que se aburrió de todo, de una generación que pensó que el mundo era una mierda hasta que creció y se dio cuenta de que tampoco era para tanto, que podíamos formar una banda de rock and roll o que los fuegos artificiales son más hermosos en una noche negra fuera de casa; que está bien el mundo para enamorarse, escuchar música con amigos y compartir, porque en la soledad no hay luz, porque crecimos, porque debemos aprovechar nuestras noches, nuestros momentos, porque todo cambió.

Él mató funciona como una retrato generacional.

“Emotivas explosiones de verdad y belleza” reza su Facebook. Y yo acá intentando hablar del disco. Y es que esta frase resume completamente La Dinastía Scorpio. No hay más palabras por que llegamos al fin. «El Fuego Que Hemos Construido» es el fin. El fin de las vacaciones. Un anti hit. Un pop indie post apocalíptico lleno de distorsión y cuerpos y palabras. Y es que esa frase: «Quiero mirarte, mirarte y que me mires/ quiero hablarte, hablarte y que me mires» es todo. Santiago Motorizado y su poderosa voz, que repite y repite versos con eficacia armamentística, se convierte en un torrente imparable que nos acaba rompiendo en pedazos. Es un excelente cierre de un disco que más que un disco es un libro, una novela; que crea un clima de delicada melancolía, con tonos que me recuerdan a The Cure. La Dinastía Scorpio y Él Mató A Un Policía Motorizado son la mejor novela que puedes escuchar. Un libro lleno de personajes, de cuerpos misteriosos, de chicas de oro, mujeres bellas y fuertes, amigos, melancolía, kraut de las afueras y turbas iracundas.
 Quiero vivir en este disco. 

Matias Garcia

La música me salvó la vida.

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